29 de noviembre de 2008

Un pulgar asesino

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Si usted escribe y se jacta de sus libros publicados, de las antologías, revistas, fanzines, periódicos, paredes, blogs o cualquier espacio donde aparecen algunos (o varios) de sus textos, ésto es de su incumbencia; aplica también en el caso de sus participaciones en mesas de lecturas, conferencias, presentaciones de libros, etc. En fin, si usted escribe y se jacta de lo anterior, cuide bien a su dedo pulgar. En particular del pulgar izquierdo. Todos los pulgares, de cualquier escritor, están malditos, vulnerables a la fatalidad. Si aún duda de mi palabra, lea la siguiente anécdota.

.....Un hombre estaba en su más grande fertilidad literaria frente a la pantalla. Nunca Word se había galardonado con semejante literatura. Era como un Henry Miller ante una Underwood o un Donatien Alphonse Francois con un tintero de plata decorado. Era sublime. Pero sucedió la tragedia. Justo cuando tecleaba la palabra “desaire”, su pulgar izquierdo se detuvo, se tensó violento de un solo golpe. El pulgar quedó rígido y el escritor saltó impresionado. ¿Y ahora cómo continuaría su trabajo? Sencillo, pensó, para eso tengo más dedos, para teclear espacio. Pinche pulgar, mamadas nada más; nada que pueda estar fuera de orden, volvió a pensar para sí. Acto seguido, reordenó la organización de sus ideas y se dispuso a cobrar de vuelta su fluidez, su elocuencia cuando una punzada en su rígido pulgar lo atacó. Un dolor agudo nació casi al centro de sus huellas digitales. Fue un dolor agudo, severo, como un alfiler que entraba ardiendo.

.....En unos minutos, nuestro escritor estaba gritando, aullaba y se retorcía. Su tenso pulgar se hacía cada vez más rígido, como si una enorme espina lo perforara. Estaba sintiendo unas puntadas. Fulgurantes puntadas. Con ese ímpetu romántico de atrevimiento que tiene todo escritor, el nuestro no dudó ir a la cocina por un cuchillo y cortarse el dedo. Después de todo, el pulgar izquierdo no es un dedo que sirva de mucho a un escritor diestro. Pero fue incapaz, el dolor era insoportable, verdaderamente insoportable. Y chilló, chilló aún más.

.....Estuvo así por un año. Las punzadas se replegaban por su cuerpo hasta llegar a su sistema nervioso. Por un año, justamente trescientos sesenta y seis días. En efecto, aquél fue un año bisiesto. Tiempo suficiente, sin embargo, para que nuestro escritor cocinara innumerables historias, replanteara una nueva poética y formas narrativas. No fue así. Nada de eso ocurrió. En verdad le dolía. Por eso dejó de frecuentar a las mujeres, y se metió de lleno a la bebida. No tardó en ver que ni el alcohol calmaba las punzadas en su dedo. Era como si sólo bebiera agua. Se le fue el apetito, el sueño, la necesidad de escribir. Se le fue todo, incluso su columna en el periódico, la próxima Antología de poetas y narradores jóvenes latinoamericanos, la beca del PECDA, la beca internacional de la Sociedad de Escritores, su libro inconcluso y todo aquello que un escritor activo pueda realizar durante un año bisiesto. Se le fue todo, excepto el dolor mortal en su pulgar.
.....Al terminar el año, nuestro escritor había adelgazado extraordinariamente, estaba por completo pálido, ojeroso, sin ninguna sola palabra en la cabeza. En una palabra, estaba acabado. Lo dieron por muerto, al menos en el mundo de las sociedades literarias. Su familia, su abuela y su hermana, fueron las únicas que cuidaron de él. Su hermana se lo advirtió alguna vez: eso de querer ser escritor te puede costar la vida, pendejo.
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alonso pérez gordillo

5 comentarios:

  1. yo por eso nomas me imagino las historias. ahí están bien.

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  2. lo máximo que tengo yo de escritora es mi blog y un diario :P y hace como 2 semanas estaba abriendo el bote de leche y me corté el dedo gordo de la mano izquierda!!!

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  3. a mi me truenan los pulgares intermitentemente, pero ahora, examinando, tengo una cortada como incómoda en el izquierdo... no lo uso para escribir, de todos modos... buena onda que no soy escritor y que ni mi mamá lee mi blog

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  4. Me das ternurita (de la buena). Saludos, Loncho.

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  5. ¿Con aprobación los comentarios? Bah, qué apretados. Nunca me lo hubiera imaginado, tan open mind que se veían. Sale puesn

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